Monica Andrea Lopez | 1:34

NO TE RINDAS, NO TE CANSES DE ESPERAR.

El Todopoderoso viene en tu auxilio, no te rindas, no te canses de esperar. Los más grandes milagros de Dios, ocurren cuando ya no hay esperanzas, cuando la tempestad está más furiosa y amenaza con hundir tu embarcación.

¡Espera tu milagro, Dios no se ha olvidado de ti! Sonríe, que de un momento a otro las circunstancias cambiarán y recibirás lo que tanto has anhelado. Aunque todos se hayan ido, Jesús sigue a tu lado, él permanece fiel para siempre. Su mano poderosa está presente para darte ayuda, cada momento del día. No temas, marcha hacia la meta final, ¡Confía! que el Señor te sostiene con sus cuerdas de amor y de misericordia y te lleva a puerto seguro, en medio de aguas turbulentas.

“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5: 3-5).

¡No mires el viento ni las tempestades, mira a Jesús!
Aunque todo parezca operar en tu contra, no dudes, no cedas, no bajes los brazos bajo ninguna circunstancia, que el Señor sigue teniendo todo bajo control.
¡Tú vida está escondida en el fondo del corazón de Dios…!
Los dardos del enemigo podrán herirte, pero no está dentro de los planes de Dios que mueras en esta batalla.
¡El propósito de Dios es que logres la victoria!
Descansa en los brazos del Señor, sólo allí hay seguridad. Nada puede dañarte, eres propiedad del Dios del cielo.

“Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (Hebreos 10:36).

Eres especial para Dios todo el tiempo. Olvídate de los problemas y de las circunstancias. Deja que el Espíritu de Dios se derrame sobre tu alma y que la Presencia divina inunde todo tu ser, allí está el secreto de tu victoria. A pesar de tus errores y fracasos, eres importante para Dios. A él le importan tus lágrimas, al igual tus días de sol y de lluvia.
En medio del día malo, tanto tu silencio como tu plegaria de auxilio, conmueve a Dios. El Señor comprende tus momentos de soledad.

“¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío” (Salmo 42:5).

Dios quiere bendecirte y concederte todos los anhelos de tu corazón, no desmayes.
Pero hay cosas por las que debes esperar aún por un tiempo. Hay lecciones que todavía deberás aprender. ¡Pelea la buena batalla de la fe! Cada batalla que enfrentas, hace que tus destrezas de soldado se agilicen y se perfeccionen.

Dios quiere soplar sobre tu espíritu, aliento de vida, en medio de los momentos duros que enfrentas.
Confía en Dios, él resolverá, no importa si sientes su Presencia o no. Cree en sus promesas, que ellas te sustentarán y te infundirán aliento, cuando sientas que no puedas más.
Descansa en la Presencia del Señor. Solo en su Presencia lograrás salir airoso, en medio de la tormenta.
Tu momento de gloria está cerca. Tu corazón brincará de emoción y tu alma entonará nueva canción. Tu llanto será cambiado en alegría. ¡Dios viene a tu encuentro!

Descansa en este día en la soberanía ilimitada de Dios, él hace las cosas de la mejor manera y dispone todas las cosas a favor de los que le aman. No te rindas no te canses de esperar, el Señor escuchó tu oración y está trabajando en tu respuesta, aunque tu no conozcas los detalles. Espera, que tu tiempo de espera es simplemente un período de preparación para que puedas recibir tu milagro en toda su plenitud.

Necesitas mantenerte esperando en Dios y confiando en él con una dulce y simple fe. Dios se moverá repentinamente para concederte lo que anhelas. Mientras llega tu respuesta, determina cantar y adorar a Dios con el corazón. Tu milagro llegará con el sol de la mañana.
Espera en Dios con paciencia y expectativa en medio de las circunstancias adversas. La mano milagrosa de Dios aparecerá de un momento a otro, de repente…

No te rindas, no te canses de esperar, no dejes de creer. Llénate de esperanza en el tiempo de espera que el poder de Dios no tiene límites. Dios te bendiga.
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