Alejandro Gonzalez | 7:43

2 Carta a los Corintios

R.V. 1960

2 de Corintios
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Capitulo 2

2:1 Esto, pues, determiné para conmigo, no ir otra vez a vosotros con tristeza. 
2:2 Porque si yo os contristo, ¿quién será luego el que me alegre, sino aquel a quien yo contristé? 
2:3 Y esto mismo os escribí, para que cuando llegue no tenga tristeza de parte de aquellos de quienes me debiera gozar; confiando en vosotros todos que mi gozo es el de todos vosotros. 
2:4 Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis contristados, sino para que supieseis cuán grande es el amor que os tengo.
2:5 Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros. 
2:6 Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; 
2:7 así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza. 
2:8 Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él. 
2:9 Porque también para este fin os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois obedientes en todo. 
2:10 Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, 
2:11 para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.
2:12 Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor, 
2:13 no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito; así, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.
2:14 Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. 
2:15 Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; 
2:16 a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? 
2:17 Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.
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